domingo, agosto 19, 2007

El sol bajo el túnel

* A mi primo, amigo y hermano Gonzalo, por descubrir conmigo más de lo que pude aprender.

Ese día en Isla negra el sol no brillo. Las luces de la tarde se extinguieron por completo, las olas del mar chocaban con rabia en el espesor tosco y gris de las rocas; la playa permanecía prácticamente vacía. En ese mismo instante dos niños solitarios jugaban a cavar agujeros en la arena. A lo lejos una voz de eco se escucho rompiendo la calma del día, “Teni que sacar más arena por ese lado, viste que después se te llena y no terminai nunca” le decía José indicando con cansancio el lugar exacto, “Si sé, si no soy tonto” replicaba Ariel con algo de enfado.
Oye, José ¿Tú creí que terminemos el túnel antes de que se haga de noche” decía Ariel sacando un puñado de arena, “No sé, pero si no terminamos ahora nunca sabremos si es verdad lo que decía mi papá” contestaba José secándose el sudor de su frente. “Yo creo que tu papá nos estaba molestando, ¿Cómo va a ser posible que en un determinado momento el sol pase por de bajo del túnel y lo podamos ver?” preguntaba Ariel mirando los dos agujeros. “No sé, pero tenemos que cavar rápido porque esta subiendo la marea y nos podemos mojarsé, pero tenemos que cavar rápido porque esta subiendo la marea y nos podemos mojarcontesto José volviendo a su trabajo.
Ariel miro al cielo y se percato de que estaba nublado, incluso ya estaba oscureciendo, pero prefirió guardar silencio y no decirle nada a José, ya que él seguía empeñado en sacar arena del agujero.

La playa guardaba silencio perpetuo, las horas pasaban sin ser descubiertas y los dos niños seguían acostados en la playa con el cuerpo casi completo dentro de los agujeros, de pronto José alza voz “Ariel, ahora tenemos que empezar a juntar los agujeros. Primero, deja de cavar para abajo y empieza a cavar hacia el frente, así nos vamos a encontrar. Segundo, ten cuidado porque se nos puede caer el puente de arena que va a quedar. Tercero, apúrate! “. “Oye José, ya estoy cansado de esto ¿Por qué mejor no nos vamos y lo terminamos mañana?” dijo Ariel sobándose su mano derecha. “Estamos por terminar, no podemos dejar esto inconcluso” grito José levantándole la moral a Ariel para que continuara cavando.
Poco a poco la arena se iba haciendo menor en el agujero de ambos, la distancia se acortaba cada vez más, la alegría y la expectación aumentaba. De pronto las manos de los dos niños se encontraron “Ariel terminamos!” grito de felicidad José que sacaba los últimos vestigios de arena al interior del agujero.
Ambos niños se limpiaron las manos y se levantaron. Ariel miro el cielo y se percato que ya era de noche. “José mira, ya es de noche. El sol se fue, ya no podremos verlo dentro del túnel”, José levanto la mirada y dijo “Esperemos a que salga el sol entonces”, Ariel lo miro extrañado, fue inevitable su reacción con José “Estás loco, ya es de noche vamonos!”. “Si quieres tú te vas, yo me quedo acá esperando el sol” contesto José con algo de enfado en su voz. “Bueno, yo me voy, pero tu mamá vendrá a buscarte de una oreja para llevarte a la casa” le grito a lo lejos Ariel mientras caminaba alejándose del mar.

La luna se colocaba justo en la mitad del cielo de aquella noche tan fría, José se sentó al lado de los agujeros en la espera del sol.

Paso la noche con su lentitud incorregible, la mañana se hacia presente y Ariel se despertó para salir corriendo a la playa para ver el sol dentro del túnel. Mayúscula fue su sorpresa al ver a José sentado alado de los dos agujeros. “José ¿te quedaste toda la noche aquí?” le preguntaba Ariel a lo lejos. José no pronuncio palabra alguna, el más crudo silencio se apodero del alma de Ariel, el cual apresuro su paso para llegar rápido donde su amigo. “¿Estás bien José?” le pregunto Ariel a José con algo de miedo. “Ayer vi el sol dentro del túnel. Papá tenia razón”, Ariel no comprendía lo que decía José, “¿Cómo?”, pregunto extrañado Ariel. “Lo vi” contesto certeramente José sin despegar un ojo del horizonte del mar. Ariel, incrédulo no se atrevió a mirar por el túnel, solo atino a preguntar “¿Y que viste?”,Te lo diré cuando lo comprendas” pronuncio José mientras se levantaba de su sitio y emprendía el viaje a casa.
Ariel se quedo en silencio sentado en el lugar mirando como se marchaba su amigo, fue incapaz de mirar por el túnel. Aquel verano fue el último donde se vieron los dos niños.

Pasaron muchos veranos en Isla negra antes de que se encontraran nuevamente los dos niños, sin embargo Ariel iba todos los veranos a Isla negra en busca de su amigo.
Al finalizar el verano de cada año Ariel cavaba un agujero en la arena, cuando la playa estuviera desierta y solo lo acompañara la brisa acuarelable del mar. La irreductible incógnita que le había dejado su amigo de infancia todavía le machacaba la cabeza. “¿Qué quiso decir con que vio el sol por el túnel?” se preguntaba en voz alta Ariel al mismo tiempo que prendía un cigarrillo para descansar de su arduo trabajo en los agujeros. En ese momento se escucho una voz a lo lejos “¿Aun no lo averiguas Ariel?". La voz le pareció familiar pero no la pudo reconocer. Ariel se acomodo sus lentes para ver quien le había preguntado; solo vio a un sujeto de barba acercándose a él. “¿No me reconoces?, soy José, tu amigo de cuando éramos niños”. Una alegría extraña brotaba de la cara de Ariel, el cual aun incrédulo y sin habla solo pudo gesticular una pregunta “¿Eres tu José?”, “Si, soy yo” respondió la voz gruesa del sujeto. Ariel no lo podía creer, su amigo de niñez había vuelto de la misma forma de como se había ido, sin palabra alguna, sin un adiós de por medio, con unos años más encima. “José, amigo!” exclamo Ariel al mismo tiempo que se levantaba para abrazarlo luego de tanto tiempo sin verlo. “Veo que no haz cambiado mucho Ariel, sigues cavando agujeros en la arena” pronunciaba José con un tono algo irónico. “Si, tal ves todavía no veo el sol por el túnel” dijo Ariel mirándole a los ojos.
Un silencio extraño paso de por medio en la playa, la luna como siempre colgaba del cielo y la sensación del reencuentro era más calida que el frío nocturno en Isla Negra.
Ariel ¿Eres feliz?” le pregunto José mientras ambos se sentaba en la arena, justo alado de los agujeros. “No sé” respondió certeramente Ariel, agregando un fuerte suspiro a su escuálida respuesta. José lo miro y prendió un cigarro. nuestra may“¿Sabes?, cuando éramos niños fuimos felices, nuestra mayor ambición era cavar un túnel y lo logramos. Crecimos y nunca más nos volvimos a ver. Tuvieron que pasar 40 años para volvernos a encontrar, en el mismo lugar, con el mismo túnel, con un par de arrugas de más en la cara, sin embargo, te puedo decir que ahora veo el sol salir por el túnel”. Las palabras de José le llegaron a lo más hondo del corazón a Ariel, el cual no pudo decir ni una sola palabra. “Tienes razón José, pero yo sigo sin ver el sol por el túnel” respondió Ariel con la garganta apretada. “Mi querido amigo, cuando te fuiste aquel día y me dejaste solo esperando el sol comprendí más de lo que e podido comprender en esta vida. Descubrí que tu siempre viste el sol bajo el túnel, tu único impedimento para darte cuenta era el miedo a pensar que tu vida se acabaría al saberlo, que no valía la pena saber el final de la historia” replico José golpeándole el hombro a Ariel.
Una pequeña lagrima se asomo por la mejilla de Ariel, que solo atino a mirar fijamente a los ojos a José, “Tienes razón, ahora en la inmensidad de la noche puedo ver el sol bajo el túnel” dijo Ariel soltando un llanto furcido, enrarecido con los estiíllos de las olas en las rocas. “No llores mi amigo, ya que la gracia de cavar el túnel no era ver el sol, sino descubrir que éramos amigos, que siempre lo fuimos y que por sobre todo éramos felices” dijo José con un tono menos dramático. Ariel se secaba las mejillas con la manga de su abrigo, al mismo tiempo pregunto “¿Acaso podemos volver a ser niños?, esos niños felices que solo buscaban ver la luz bajo el túnel”. Un silencio incomodo demoraba la respuesta de José. “Claro, nunca dejamos de serlo” contesto José con una tímida y nostálgica sonrisa que se fundió con la mirada de ambos en dirección al mar.