miércoles, septiembre 19, 2007

Lo perdido Nostálgico

A Emiliano Fucks, por su amistad y compañerismo.
* 10 años pasaron y recién comprendí lo que perdí.

Aquella lagrima solitaria que corrió desorbitada por la mejilla de Emiliano, apretó más su corazón, reafirmando así, una pena mayúscula. Esa tarde Emiliano reventó en un llanto triste, con amargura de nostalgias, sin el sabor característicos de los besos de Nicol.
El día, nublado y lluvioso acompañaba la melodía de la canción que alguna vez escucharon juntos al amparo de días cuajados en sonrisas y ternuras, las cuales disfrutaban en la inmensidad de la cama, resguardados por un abrazo perpetuo que nunca pensaron que terminaría. Los recuerdos cayeron en silencio, disfrazados en las lágrimas moribundas que Emiliano derramaba sin mayor preámbulo.

El hervidor de agua sentenciaba su punto de ebullición, y Emiliano se acercaba con paso lento a servirse un último café antes de volver a llorar, antes de que el respirar se tornara aun más complicado. Tres cucharadas de café y una de azúcar fueron suficientes para calmar la pena que apretaba la garganta de Emiliano, que no paraba de soplar su taza de café, como intentado alejar las penas con el vapor que brotaba.
En la soledad de su habitación, Emiliano no hacia más que escuchar una y otra vez la canción de aquel disco que le regalo Nicol, al mismo tiempo que encendía un cigarrillo para acompañar de mejor manera el café que sostenía minuciosamente en su mano derecha, que en ese momento se hizo su mejor compañía para resguardar su llanto melancólico.
Desde su ventana, Emiliano notaba las gotas de lluvia que escurrían por el vidrio. Las miraba con cautela, sin prisa, sin animo; era incapaz de gesticular mayor asombro por la muerte paupérrima de las gotas que alguna vez le sirvieron como pretexto para escribir poemas en su cuaderno de costumbre, el mismo cuaderno que permanecía en blanco por ese día, en el que Emiliano decidió llorar toda la tarde sin un poema que se escapase de su imaginación.

Emiliano no podía parar de pensar en Nicol, en su perfume, en sus besos, en sus abrazos, en su mediática sonrisa que todo lo arreglaba. El dolor en su pecho era más fuerte que sus ganas de sonreír, por ello no hacia más que llorar, apretarse la cara con ambas manos, secarse las lagrimas para volver a llorar, prender un cigarrillo, tomar un sorbo de café, poner la misma canción una y otra vez, lamentarse por todo y volver a preguntarse en que falló, que había pasado que Nicol se había ido de su lado. La sensación de perdida se emancipaba con fuerza en el pecho de Emiliano, el cual volvió a llorar sin consuelo en aquella tarde de lluvia.

Las horas pasaban y Emiliano seguía en el mismo lugar, con la soledad de compañía, con el recuerdo de Nicol en cada lágrima y en cada putiada que gritaba, pensando una y otra vez en que había perdido realmente con la partida de Nicol, con su desaparición paulatina, con su felicidad muerta al momento en que Nicol cerro la puerta de su casa, aquella tarde de sol en que ambos se besaron por ultima vez. Todo era un tormento, todo era Nicol, que golpeaba en la cabeza de Emiliano, que se desarmaba a lágrima viva por aquel nombre, por aquellos besos que nunca más supieron de él, por la incertidumbre que iba creciendo en su corazón al no saber con certeza que había perdido con su partida.

A lo lejos, el teléfono sonaba escandaloso, rompiendo así, la monotonía del silencio fúnebre en la casa de Emiliano, el cual con sus ojos hinchados de tanto llorar, no quiso contestar, ya que por ese día quiso volver a estar a solas con él, con el recuerdo latiente y vivo de su amor perplejizado en lagrimas, en donde la poesía no alcanzaba como mediación de su lírica forma de llorar, ni daba respuesta a su constante interrogante.

El día, con su implacable desvelo lo convierte todo en noche, acompañado con el calido reencuentro de las estrellas en el firmamento. Emiliano, se percato que la tarde había muerto, que la noche se hacia hegemonía en sus ojos ya cansados de llorar. Se levanto de su lugar de llanto con algo de reparo, apago la radio y seco sus últimas lágrimas con la manga de su polerón. Camino con algo de torpeza al baño, se lavo la cara como un intento de borrar el camino de pena que había dejado su llanto amargo. Seco su cara al mismo tiempo que se miraba al espejo y observaba su rostro sin la constelación de besos que le había dejado Nicol en sus labios.

En ese preciso momento Sandra entraba a la casa llena de bolsas de supermercado, empapada, con su típico gorro negro que cubría su hermoso pelo. Sandra, a lo lejos le grita “Llegue!!”, dejando cuidadosamente las bolsas en el suelo. La nula contestación a su saludo la hizo dirigirse al baño en donde estaba Emiliano, sin polera, mirando fijamente el espejo. “¿Te pasa algo?” le pregunto ella con voz de preocupación, “Nada” contesta Emiliano con su voz rasgada por la pena. Un silencio incomodo paso de por medio entre ambos. “¿Estas triste?” pregunto ella mirando a Emiliano fijamente a los ojos. “No” contesto certeramente Emiliano sin despegar un ojo del espejo. “Oye, tienes cara de pena. Apuesto que estás frustrado porque no puedes escribir poemas” dijo ella con una leve sonrisa en sus tiernos labios. El silencio de Emiliano fue la respuesta menos esperada, por lo cual ella insistió “Yapo, dime algo”, el silencio fúnebre de Emiliano seguía como respuesta. “¿Estas triste, preocupado?, tienes carita de que algo se te perdió, estas muy raro”. Extrañamente una sonrisa inhóspita nació en la cara de Emiliano, el cual despego su cara del espejo y contesto “No, ya la volví a encontrar” respondió Emiliano apoyando sus manos en el lavamanos. Ella no comprendió lo que decía Emiliano, pero tampoco quiso indagar mucho en su extraña respuesta. “¿Entonces, por qué estas así?” Pregunto ella. “Por nada, solo que había olvidado algo, y tuvieron que pasar 10 años para volver a recordarlo” contesto Emiliano con una sonrisa nítida en sus labios. “¿Algo importante?" Pregunto ella. “Si, pero da igual” contesto Emiliano, al mismo tiempo que ponía punto final a su respuesta acompañado de un beso en la frente de Sandra. “Ahora voy a escribir, será mejor” prosiguió Emiliano apagando la luz del baño. “¿Un poema o un cuento?” Le pregunto impaciente Sandra. “Un cuento” Contesto Emiliano. “¿Y de que va a tratar?” volvió a preguntar Sandra con entusiasmo. “No sé, tal ves la historia de un viejo amor; de esos que nunca mueren, si es que uno siempre lo recuerda” contesto Emiliano con leve suspiro. “¿Y cómo le vas a poner?” pregunto nuevamente Sandra. “No sé, tal ves lo pongo por titulo, “Lo perdido nostálgico”” contesto Emiliano con su voz algo cortada. “Bien raro el nombre, ¿Por qué ese nombre?” pregunto Sandra con extrañeza en su rostro. “Porque a veces es bueno volver a llorar con una canción, luego de 10 años sin saber lo que realmente perdiste” contesto Emiliano con una pequeña lagrima en su mejilla. Sandra fue incapaz de pronunciar palabra alguna, solo atino a mirar por la ventana y observar como la lluvia chocaba violentamente en los vidrios de la ventana.

domingo, septiembre 09, 2007

Las noches

Las noches se tiñen del color de tu rostro,
De tu risa
Y de tus ganas de volver a soñar.

La calida espera por verte
Me empapa de más noches
En donde no pego un ojo
Para soñarte entre poemas
Y besarte con escándalos
De libertad y amor,
Para mirarte
Y que las noches pueblen
Lo profundo del momento
Que nos invade de reencuentro
Y tú perfume a silencio
Cierre los ojos
Para darle lugar
A la oscuridad
Que se transforma en espacios inhóspitos
Para las enamoradas utopías

Realmente las noches
Conservan intactos
El sabor dulce de tu rostro,
Me calman
En la mitad de otoño
Para sentirte en mis papeles
Y despertarte con versos matutinos,
Tal vez,
Para no cansarme de gritar
Mis primaveras más coloridas.

Las noches tienen tu mirada,
Esa cautiva y humilde,
Esa que en silencio poético
Termina con la rectitud de reglas,
Poniéndole freno a los calendarios,
Calmando la muerte de invierno
En manos de la enérgica alegría,
Cuando caminamos sin hablar,
Sin mentir,
Sin llorar,
Y poblamos de recuerdos,
De nostalgias,
Los últimos días
En que la noche no resguarde
Tú sincera sonrisa metafórica.

Te confieso que por las noches
No reclamo
Por la ausencia de tu risa,
Ni te lloro sin mi taza de café,
No te pienso sin un cigarro
Muriendo entre mis dedos,
Mastico los minutos
Para quedarme en desvelo,
Mirando las noches desde mi ventana,
Sonriendo la oscuridad de tu pupila,
Disgregada por un mar incertéro de sonidos,
En los cuales
No distingo nada más
Que tú silencio al dormir,
Lejano de la ciudad.

Así pasó mis noches,
Las noches con sabor a ternuras,
Las noches donde miro al cielo
Y no hallo más que tu rostro
Envuelto en calma,
Con tu pelo bañado de negro,
Con tu piel humilde,
Con tu respiración
Que es tu mejor te amo.

Pasan las horas y la noche muere.
Me caigo en derrumbe de lágrimas,
Con el sol brillando en mi cara,
Con la ausencia de noches que llevan tu rostros,
Con los sonidos de autos y ciudades
Que estropean nuestro beso de despedida,
Para luego comenzar a llorar la mañana,
Desarmarme la tarde entera,
Para que al fin llegue la noche,
En donde nos volvemos a encontrar
En la ventana de siempre,
En la que te escribo sin parar
Para que un día
Las noches se conviertan
En mi excusa perfecta
Para decirte en silencio perfecto
Te amo,
Y no halles más que mi rostro
En tus noches más solitarias.