* Sé siempre libre, o tendremos que conversar nuevamente.
Esa tarde todo fue un poco menos caótico, tal vez influyo el viento fresco que bañaba a Santiago por esos días. Lo cierto es que invite a un viejo amigo a tomarnos unas cuantas cervezas y hablar un poco de todo, tal vez de nada.
Como era mi costumbre yo llegaba a la hora. Le pregunte la hora a un sujeto que estaba parado con cara de preocupación mientras miraba a la pared; me respondió que eran las 6 de la tarde en ese mismo instante veo a mi viejo amigo entrar por la puerta del Bar pidiendo disculpas, con su terno, su corbata, su bolso, con su peinado hacia alado que nunca le había visto, con su reloj costoso y su perfume a oficina. “Hola, puta disculpa me demore un poco” dijo mi amigo algo agitado, “No te preocupes, yo acabo de llegar” respondía mientras sacaba un cigarro de mi bolsillo. “Oye, no fumes tanto te puede hacer mal más adelante” me dijo mi amigo extrañado de que yo fumara, “No te preocupes, no pretendo vivir mucho” respondí con una sonrisa algo fingida.
Al sentarnos ordenamos 4 cervezas bien heladas, mi amigo se sentó arremangándose las mangas de su camisa blanca, yo solo lo miraba algo extrañado, mi amigo al percatarse de cómo lo miraba me dijo “Es que no quiero que se me ensucie, me costo mucha plata esta camisa”.
“¿Cómo te ha ido?” me pregunto mi amigo con el vaso plástico de cerveza en la mano, “Bien, y ¿a ti?” respondí sin ningún interés. “Cansado poh huevon, los hijos, la pega, mi mujer, las deudas, todo empieza a cansar a esta edad” respondía mi amigo levantando las cejas con cada queja y dejando el vaso plástico semi vacío en la mesa. “¿Te tiene muy cagao’ la pega?" Le pregunte, "Si harto, me explotan mucho estos huevones pero es mejor ni reclamar o si no te echan cagando!” me respondía nuevamente, “Entonces renuncia poh huevon, pa’ que te quedai como los huevones en esa pega de mierda” le dije con algo de reparo, “No, ya no tengo tu edad pa’ empezar hacer huevas pendejas, aparte me pagan bien”. Un silencio extraño acudió a nuestra mesa cuando mi amigo le dio el punto final a su respuesta. Yo solo atine a sacar un cigarrillo. Mire hacia el lado y no había nadie más en el Bar, voltee mi mirada hacia la botella y vi que mi amigo ya estaba destapando la otra cerveza.
“¿Qué edad tienes ya?” le dije a mi amigo con total honestidad, “ Jaja, tengo 52 años, ¿Y tú?”, me respondía mi amigo con otra pregunta “Yo tengo 20 años, pero de mente aun debo conservar los 16”, un estallido de risa cautivo el salud de nuestros vasos que chocaron con fuerza esa tarde.
“Es extraño, aun no sé por qué estamos acá reunidos, ¿Nos Vamos a Emborrachar solamente y recordar cuando éramos jóvenes?” me dijo mi amigo con un tono burlesco, al mismo tiempo que miraba el vaso y se tocaba el bolsillo derecho de su pantalón como buscando más dinero. “No, en realidad quería hablar contigo algo más complejo. Te quería hablar sobre mi”; una extraña mirada me lanzo mi amigo, algo desconcertado con mi respuesta. Solo atino a servir dos vasos de cerveza, acercar su silla más a la mesa y decir “Bueno, te escucho”. Yo no despegue mis ojos de los suyos, tome el vaso de cerveza y bebí un par de sorbos mientras mi cigarro aun seguía ahumeando en mi mano. “Bueno te explico” le dije al mismo tiempo que dejaba el vaso de cerveza en el mesa.
“Yo soy un tipo libre, me gusta ser libre, tal vez por eso muchos me llaman loco o simplemente pendejo. Pienso y hago lo que pienso, y eso no es poco...”. Mi viejo amigo no comprendía a lo que iba mi conversación, solo me interrumpió para decirme “¿Me llamaste para decirme como eres?”, yo lo mire y le dije simplemente “Si”. No sé si mi amigo me abra entendido, pero se quedo extrañamente callado aferrado a su vaso de cerveza para seguir escuchando mi vida.
“Mira, ahora tengo 20 años, probablemente cuando sea más grande me preguntaré como fui cuando era un pendejo. Por lo mismo quiero decírtelo a ti para que nunca lo olvides”, el silencio lo torno todo más complicado de entender, en especial para mi amigo que ni siquiera pudo pestañar.
“...Como te decía, soy un tipo libre, me gustar ser así, no pensar demasiado las cosas que tengo que hacer, solo hacerlas. Me declaro un soñador y un enamorado, un tipo que siempre buscar volar para nunca quedarse al borde del camino, no me interesa salvarme. Me cago en dios, en los lujos, en los burgueses y en el futuro que me impongan los demás. No sigo modas, no respeto ni la ley de gravedad, vivo donde tenga que estar y respiro y mastico cielos donde sea yo más útil. Honestamente no quiero tener un auto, ni una casa, ni siquiera quiero casarme. Mi patria es América y no dejo de luchar por ella.
Tal vez es extraño para ti, pero me gusta viajar y leer, disfruto discutir con amigos de las cosas menos pensadas. Tengo más hermanos de lo que cualquier familia tiene, son tantos hermanos que se vuelve innecesario redactar un testamento.
Fumo y no me interesa vivir tanto en una oficina, escribo poemas porque no tengo cámara fotográfica para guardar los momento más lindos que me han tocado vivir. Soy sucio pero nunca hediondo, no me olvido de donde vengo ni tampoco para donde quiero ir. Amo a Javiera lo suficiente como para decir estoy vivo y loco, más loco que vivo y eso es lo importante, ese es el único método para volar. Nunca tengo apuro pero tampoco ando relajado, me doy el tiempo para hablar con la mirada y hasta para mirar y gritar puteadas a los despiadados.
Si, es raro para ti todo esto, pero así soy yo, un tipo que nunca baja el puño, un tipo libre y libertario, amante de su pueblo. No soporto injusticias, tal vez soy demasiado tierno para eso, sin embargo nos hace tanta falta asesinar un poco a la justicia. Solo soy así, libre, libre para los que piensas que aun me pueden encerrar en la cárcel o en la ciudad, en la sociedad que nos impongan. Soy libre porque sé que eso les calienta el culo, que un solo tipo en la tierra diga que es libre, que intenta ser feliz, que es tierno con todo. No pienso madurar, eso no es para mí. Me quedo con mi infancia, con mi adolescencia, es ahí donde me quedo estancado para seguir siendo joven, porque siendo joven y siendo revolucionario seré libre eternamente”.
Al terminar mi amigo no tenia palabras, solo podía respirar y pestañar. Pasaron 3 minutos antes de que mi amigo se despegara y tomara el vaso de cerveza al seco y me pidiera un cigarrillo. “¿Sabes?, creo que así era yo cuando tenia tu edad, pensaba en que era libre, en que siempre seria joven, ahora ¿Qué me queda?, nada, solo un sueño. Eso me queda, solo un sueño”, “Si, lo sé, por mismo te invite a conversar” le conteste a mi amigo con un tono de seguridad.
Las horas pasaron en silencio, a lo lejos sonaba una melodía poco conocida pero de gran valor sentimental para mi viejo amigo. Nuestra mesa estaba adornada con 8 envases más de cerveza vacíos y el mesero llegaba con 2 más; el cenicero no daba abasto.
“Ey, manda todo al carajo y ándate lejos. No lo pienses” le dije a mi amigo golpeando la mesa en la que estábamos, “¿Irme a donde?, ya no soy joven para eso” me contestaba mi amigo con algo de melancolía.
La cerveza ya pasaba la cuenta, los grados de alcohol en la sangre afectaba nuestro sistema nervioso, nuestras cabezas, nuestras emociones. Mi viejo y amargado amigo se largo en un llanto triste; lloro como nunca antes había llorado, no pudo aguantar más y estallo en un llanto terriblemente amargo, desconsolado, lloraba por todo o tal vez por nada. Yo solo lo miraba al mismo tiempo que tomaba el último sorbo grueso de cerveza.
“No sé como llegue a esto, a esta vida que no es vida, a esta vida que no es libre” susurraba mi amigo entre lagrimas y mocos furcidos. “Supongo que ya es tarde para cambiarla, ¿no?. Yo recuerdo que cuando era joven odiaba esta vida de mierda, yo apostaba por un cambio de todo y termine siendo este hijo de puta que soy ahora...”. “No, aun no es tarde hermano, nunca es tarde para ser joven y libre” respondí con toda calma mientras volvía a prender otro cigarrillo. “Bueno, me alegro a verte visto, cuídate” me despedí dejando a mi amigo solo, llorando en el rincón del Bar, un poco ebrio y con cigarrillo entre sus dedos.
El mesero del Bar llego donde mi viejo amigo, se acerco sutilmente y le dijo “Señor, vamos a cerrar, tiene que irse”, mi amigo le pregunto al mesero “Y mi amigo, el flaco con el que estaba, ¿Dónde está?”, el mesero lo miro consternado, apretó las cejas y le dijo “Señor usted llego solo y estuvo bebiendo solo toda la tarde”, mi amigo guardo silencio, se levanto como pudo, prendió un cigarrillo y dijo “En realidad, nunca es tarde para volver a ser joven y libre; nunca es tarde para volver a soñar”, el mesero lo miro extraño y le pregunto “¿Cómo dijo señor?", mi amigo con una sonrisa increíblemente feliz lo miro y le dijo casi a gritos “Que desde hoy me declaro un sujeto libre y sobre todo soñador, ya que hoy volví a conversar conmigo mismo y lo mejor todo es que me convenció”
Esa tarde todo fue un poco menos caótico, tal vez influyo el viento fresco que bañaba a Santiago por esos días. Lo cierto es que invite a un viejo amigo a tomarnos unas cuantas cervezas y hablar un poco de todo, tal vez de nada.
Como era mi costumbre yo llegaba a la hora. Le pregunte la hora a un sujeto que estaba parado con cara de preocupación mientras miraba a la pared; me respondió que eran las 6 de la tarde en ese mismo instante veo a mi viejo amigo entrar por la puerta del Bar pidiendo disculpas, con su terno, su corbata, su bolso, con su peinado hacia alado que nunca le había visto, con su reloj costoso y su perfume a oficina. “Hola, puta disculpa me demore un poco” dijo mi amigo algo agitado, “No te preocupes, yo acabo de llegar” respondía mientras sacaba un cigarro de mi bolsillo. “Oye, no fumes tanto te puede hacer mal más adelante” me dijo mi amigo extrañado de que yo fumara, “No te preocupes, no pretendo vivir mucho” respondí con una sonrisa algo fingida.
Al sentarnos ordenamos 4 cervezas bien heladas, mi amigo se sentó arremangándose las mangas de su camisa blanca, yo solo lo miraba algo extrañado, mi amigo al percatarse de cómo lo miraba me dijo “Es que no quiero que se me ensucie, me costo mucha plata esta camisa”.
“¿Cómo te ha ido?” me pregunto mi amigo con el vaso plástico de cerveza en la mano, “Bien, y ¿a ti?” respondí sin ningún interés. “Cansado poh huevon, los hijos, la pega, mi mujer, las deudas, todo empieza a cansar a esta edad” respondía mi amigo levantando las cejas con cada queja y dejando el vaso plástico semi vacío en la mesa. “¿Te tiene muy cagao’ la pega?" Le pregunte, "Si harto, me explotan mucho estos huevones pero es mejor ni reclamar o si no te echan cagando!” me respondía nuevamente, “Entonces renuncia poh huevon, pa’ que te quedai como los huevones en esa pega de mierda” le dije con algo de reparo, “No, ya no tengo tu edad pa’ empezar hacer huevas pendejas, aparte me pagan bien”. Un silencio extraño acudió a nuestra mesa cuando mi amigo le dio el punto final a su respuesta. Yo solo atine a sacar un cigarrillo. Mire hacia el lado y no había nadie más en el Bar, voltee mi mirada hacia la botella y vi que mi amigo ya estaba destapando la otra cerveza.
“¿Qué edad tienes ya?” le dije a mi amigo con total honestidad, “ Jaja, tengo 52 años, ¿Y tú?”, me respondía mi amigo con otra pregunta “Yo tengo 20 años, pero de mente aun debo conservar los 16”, un estallido de risa cautivo el salud de nuestros vasos que chocaron con fuerza esa tarde.
“Es extraño, aun no sé por qué estamos acá reunidos, ¿Nos Vamos a Emborrachar solamente y recordar cuando éramos jóvenes?” me dijo mi amigo con un tono burlesco, al mismo tiempo que miraba el vaso y se tocaba el bolsillo derecho de su pantalón como buscando más dinero. “No, en realidad quería hablar contigo algo más complejo. Te quería hablar sobre mi”; una extraña mirada me lanzo mi amigo, algo desconcertado con mi respuesta. Solo atino a servir dos vasos de cerveza, acercar su silla más a la mesa y decir “Bueno, te escucho”. Yo no despegue mis ojos de los suyos, tome el vaso de cerveza y bebí un par de sorbos mientras mi cigarro aun seguía ahumeando en mi mano. “Bueno te explico” le dije al mismo tiempo que dejaba el vaso de cerveza en el mesa.
“Yo soy un tipo libre, me gusta ser libre, tal vez por eso muchos me llaman loco o simplemente pendejo. Pienso y hago lo que pienso, y eso no es poco...”. Mi viejo amigo no comprendía a lo que iba mi conversación, solo me interrumpió para decirme “¿Me llamaste para decirme como eres?”, yo lo mire y le dije simplemente “Si”. No sé si mi amigo me abra entendido, pero se quedo extrañamente callado aferrado a su vaso de cerveza para seguir escuchando mi vida.
“Mira, ahora tengo 20 años, probablemente cuando sea más grande me preguntaré como fui cuando era un pendejo. Por lo mismo quiero decírtelo a ti para que nunca lo olvides”, el silencio lo torno todo más complicado de entender, en especial para mi amigo que ni siquiera pudo pestañar.
“...Como te decía, soy un tipo libre, me gustar ser así, no pensar demasiado las cosas que tengo que hacer, solo hacerlas. Me declaro un soñador y un enamorado, un tipo que siempre buscar volar para nunca quedarse al borde del camino, no me interesa salvarme. Me cago en dios, en los lujos, en los burgueses y en el futuro que me impongan los demás. No sigo modas, no respeto ni la ley de gravedad, vivo donde tenga que estar y respiro y mastico cielos donde sea yo más útil. Honestamente no quiero tener un auto, ni una casa, ni siquiera quiero casarme. Mi patria es América y no dejo de luchar por ella.
Tal vez es extraño para ti, pero me gusta viajar y leer, disfruto discutir con amigos de las cosas menos pensadas. Tengo más hermanos de lo que cualquier familia tiene, son tantos hermanos que se vuelve innecesario redactar un testamento.
Fumo y no me interesa vivir tanto en una oficina, escribo poemas porque no tengo cámara fotográfica para guardar los momento más lindos que me han tocado vivir. Soy sucio pero nunca hediondo, no me olvido de donde vengo ni tampoco para donde quiero ir. Amo a Javiera lo suficiente como para decir estoy vivo y loco, más loco que vivo y eso es lo importante, ese es el único método para volar. Nunca tengo apuro pero tampoco ando relajado, me doy el tiempo para hablar con la mirada y hasta para mirar y gritar puteadas a los despiadados.
Si, es raro para ti todo esto, pero así soy yo, un tipo que nunca baja el puño, un tipo libre y libertario, amante de su pueblo. No soporto injusticias, tal vez soy demasiado tierno para eso, sin embargo nos hace tanta falta asesinar un poco a la justicia. Solo soy así, libre, libre para los que piensas que aun me pueden encerrar en la cárcel o en la ciudad, en la sociedad que nos impongan. Soy libre porque sé que eso les calienta el culo, que un solo tipo en la tierra diga que es libre, que intenta ser feliz, que es tierno con todo. No pienso madurar, eso no es para mí. Me quedo con mi infancia, con mi adolescencia, es ahí donde me quedo estancado para seguir siendo joven, porque siendo joven y siendo revolucionario seré libre eternamente”.
Al terminar mi amigo no tenia palabras, solo podía respirar y pestañar. Pasaron 3 minutos antes de que mi amigo se despegara y tomara el vaso de cerveza al seco y me pidiera un cigarrillo. “¿Sabes?, creo que así era yo cuando tenia tu edad, pensaba en que era libre, en que siempre seria joven, ahora ¿Qué me queda?, nada, solo un sueño. Eso me queda, solo un sueño”, “Si, lo sé, por mismo te invite a conversar” le conteste a mi amigo con un tono de seguridad.
Las horas pasaron en silencio, a lo lejos sonaba una melodía poco conocida pero de gran valor sentimental para mi viejo amigo. Nuestra mesa estaba adornada con 8 envases más de cerveza vacíos y el mesero llegaba con 2 más; el cenicero no daba abasto.
“Ey, manda todo al carajo y ándate lejos. No lo pienses” le dije a mi amigo golpeando la mesa en la que estábamos, “¿Irme a donde?, ya no soy joven para eso” me contestaba mi amigo con algo de melancolía.
La cerveza ya pasaba la cuenta, los grados de alcohol en la sangre afectaba nuestro sistema nervioso, nuestras cabezas, nuestras emociones. Mi viejo y amargado amigo se largo en un llanto triste; lloro como nunca antes había llorado, no pudo aguantar más y estallo en un llanto terriblemente amargo, desconsolado, lloraba por todo o tal vez por nada. Yo solo lo miraba al mismo tiempo que tomaba el último sorbo grueso de cerveza.
“No sé como llegue a esto, a esta vida que no es vida, a esta vida que no es libre” susurraba mi amigo entre lagrimas y mocos furcidos. “Supongo que ya es tarde para cambiarla, ¿no?. Yo recuerdo que cuando era joven odiaba esta vida de mierda, yo apostaba por un cambio de todo y termine siendo este hijo de puta que soy ahora...”. “No, aun no es tarde hermano, nunca es tarde para ser joven y libre” respondí con toda calma mientras volvía a prender otro cigarrillo. “Bueno, me alegro a verte visto, cuídate” me despedí dejando a mi amigo solo, llorando en el rincón del Bar, un poco ebrio y con cigarrillo entre sus dedos.
El mesero del Bar llego donde mi viejo amigo, se acerco sutilmente y le dijo “Señor, vamos a cerrar, tiene que irse”, mi amigo le pregunto al mesero “Y mi amigo, el flaco con el que estaba, ¿Dónde está?”, el mesero lo miro consternado, apretó las cejas y le dijo “Señor usted llego solo y estuvo bebiendo solo toda la tarde”, mi amigo guardo silencio, se levanto como pudo, prendió un cigarrillo y dijo “En realidad, nunca es tarde para volver a ser joven y libre; nunca es tarde para volver a soñar”, el mesero lo miro extraño y le pregunto “¿Cómo dijo señor?", mi amigo con una sonrisa increíblemente feliz lo miro y le dijo casi a gritos “Que desde hoy me declaro un sujeto libre y sobre todo soñador, ya que hoy volví a conversar conmigo mismo y lo mejor todo es que me convenció”