sábado, enero 20, 2007

Compañero de penas

Iba caminado por al medio de la calle, observando el suelo con la mirada perdida al igual que la luna que nunca la vi aquella noche. Pensaba en todas las lagrimas que e derrochado en todo el día, en la pena de mierda que no me dejaba estar tranquilo, en las canciones de despedida que cantábamos melancólicos mientras bajan a mi amigo a su escondite permanente, en los abrazos que me di con mucha gente al tener la certeza que nunca más lo vería, pensaba en lo terrible de todo, en la espera angustiante en el metro, en cuantas cuadras corrí como un delincuente en fuga para llegar a la hora a encontrarme con Pabla, en como me secaba apuradamente las lagrimas en la puerta de la casa de Pabla para que no se diera cuenta que había llorado todo el día, en como fui capaz de ocultar mi pena tanto tiempo, honestamente iba pensando en muchas cosas, pero finalmente una lo resumía todo, pensaba en todas las penas acumuladas que había tenido, fueron tantas que no pude soportarlas más y las expulse en lagrimas, lamentablemente fue en el momento menos apropiado, justamente cuando tenia que estar con Pabla y nadie; más me desborde de penas.
Algunos autos me iluminaban y me tocaban la bocina varias veces, para luego sacar la cabeza por la ventana y gritarme algún que otro improperio que ni siquiera les daba respuesta. Yo seguía mi paso, lento, con pena, no paraba de pensar en todas las cosas que me habían pasado en el transcurso del día, casi no tenía noción del tiempo ni del lugar en que estaba; de mis ojos, solo brotaban lagrimas saladas con tintes de angustia que me hacían volver a llorar y sentirme cada vez más solo. No sé porque motivo me detuve, me senté en una especie de plaza inhabilitada para las personas, recogí un cigarrillo del suelo que estaba a medias y lo prendí con cautela, apoye mi cabeza en mis rodillas para no volver a pensar, pero era casi imposible no hacerlo, veía como mis lagrimas se suicidaban al caer al suelo mientras yo volvía a cerrar los ojos para intentar respirar. Tres jóvenes casi de mi edad se me acercaron y me pidieron fuego, les pregunte donde podía tomar micro hacia la alameda, me miraron extrañados, el más alto de ellos se sentó a mi lado y me ofreció un trago de cerveza, me pregunto que me pasaba, ya que tenia unos ojos de mierda, la novia de él se me acerco y me paso un pañuelo desechable, la mire y le sonríe con un gracias de por medio. No fui capaz de contarles todo lo que me había ocurrido, explicarles el por qué de mis lágrimas, supongo que mi pena era suficiente respuesta. Se despidieron dejándome una lata de cerveza en mi mano, los escuche decir que iban dos cuadras más adentro tomando el grifo como referencia, que había un cumpleaños de no sé quien, si quería los acompañaba, los mire a lo lejos, volví a quedarme en silencio al mismo tiempo que abría la cerveza para tomarla de un sorbo, amargo, nostálgico y triste, quizás como excusa para brindar en memoria de mi amigo ya muerto o para olvidar la discusión tan absurda que tuve con Pabla por mi culpa.
Me paré de mi banca verde y seguí mi paso lento, con mi mano izquierda intentaba secar las lagrimas de mi cara, las luces de los postes y de los autos me encandilaban, casi no me dejaban ver bien a donde iba, honestamente tampoco me importaba mucho a donde iba, solo tenia en la cabeza dos nombres, dos personas y una pena casi similar. Al llegar a una esquina diviso una estación de metro, me acerco para ver el nombre de la estación y ubicarme un poco, “Plaza Egaña” decía el cartelito, “Puta madre” me dije para mis adentros, ya que no sabia que micro tomar o más bien donde tomarla, suspire hondo y seguí caminando, a lo lejos divise un par de micros que pasaban, me acerque a esa esquina para ver si una me servia, para mi sorpresa ninguna iba para donde realmente no quería estar. Me senté en el paradero totalmente desolado, alguno que otro auto pasaba sin apuro y con una música de mierda que no me dejaba pensar. Cerré los ojos por un instante, pensé en devolverme a la casa donde estaba Pabla, conversar con ella y decirle cuanto la quería, probablemente porque lo pensé es que no fui donde ella, a morir en sus brazos eternos, a pedirle un beso con risas, a mirar sus ojitos que tanto me enamoran, a invitarla a volar conmigo e irnos lejos. Volví a llorar, pero esta vez de una forma terrible, cruda, solitaria y desconsolada.
Un sujeto que ya había visto anteriormente se me acerco por la espalda, al ver su sombra acercándose me paré raudo pensando que me quería asaltar o peor aun, golpear, no espere a que me preguntara nada, me lanzo contra él golpeándolo con mi pie derecho en su estomago, el tipo cae al pasto y me doy cuenta que es un sujeto gordo, de unos 22 años, con lentes gruesos y pelo largo, yo esperaba su reacción, me movía de un lado a otro, el tipo me miro y comenzó a llorar suavemente, sobándose el estomago por la tremenda patada que le había propinado, me acerque con algo de recelo donde él, le pregunte si estaba bien, sus ojos tenían una expresión de miedo terrible, honestamente me sentí aun peor. Le pedí disculpas mientras lo ayudaba a pararse, me miró poniéndose sus lentes y buscando algunas monedas que se le habían caído, al verme me dijo “Perdona, te vi llorando y pensé que podrías necesitar ayuda”, Con esas breves frases el sujeto se volvió mi compañero de penas en esta noche tan llena de amarguras. Le di la mano y le dije mi nombre (no el real al menos), el sujeto se sentó a mi lado, me ofreció un cigarro, me pregunto que me había pasado en la mano derecha y con esa simple pregunta nos pusimos a conversar mientras los dos esperábamos la micro para la Alameda. “Puta madre, esta mierda que no pasa!”, le decía en voz de enfado mientras escupía al suelo, Andrés mi miró y me dijo “¿Tai’ muy apurao?, ¿Por qué no mejor buscamos un bar y tomamos un rato?”. Lo pensé mucho, pero finalmente acepte, quizás porque en ese preciso momento quería volver a llorar. Caminamos mucho buscando un bar, hasta que de repente un taxista nos comento sobre uno tres calles más abajo, le dimos las gracias y salimos corriendo. Al llegar al bar, Andrés pide tres cervezas heladas, por mi parte, me encargue de cuidar la mochila de mi extraño nuevo amigo. Andrés llegaba con las tres cervezas, un paquete de cigarrillos corrientes y dos vasos plásticos, abrimos rápidamente las cervezas para poder brindar por esa noche, probablemente por su muerte instantánea, mientras que al fondo una mujer cantaba un Karaoke de Juan Antonio Labra a viva voz. Andrés prende un cigarro y me dice con voz de asombro ”Oye, esta hueva es un club de karaoke”. Que importa respondo, si la hueva es tomar no más. Estuvimos en silencio varios minutos, casi treinta diría yo, ya que un sujeto se había subido al proscenio, cantaba con guitarra en mano canciones de Sin bandera, al ritmo de los gritos y aplausos de los asistentes y el coro infaltable de Andrés, yo casi no le preste atención, me quedaba pegado viendo hacia la puerta del local, afirmado a mi vaso plástico y mi cigarro que casi no sentía quemarse, miraba fijamente unas fotos que estaban pegadas en la pared, una de esas fotos (y que fue la que más mire) aparecía una mujer con polera blanca con rayas rojas y un chaleco azul, de inmediato pensé “Mi cabra pesá andaba vestida así” (refiriéndome a Pabla). La pena se volvía apoderar de mi, las lagrimas caían sin juicios ni preámbulos por mis ojos, apoye mi cabeza en la mesa para que Andrés no me preguntara que me ocurría, supongo que lloré mucho, ya que al levantar la cabeza para tomar un breve sorbo de cerveza Andrés me miro con ojos curiosos y me dijo “Ya huevón, cuéntame...que te pasa?”. No aguante más, me cautivo lo sensible que podía ser Andrés frente a mi dolor, nos habíamos conocido hace una hora y se había convertido en uno de mis mejores amigos, al menos por esa noche. Le sonreí, prendí un cigarro y le comencé a contar mi día entero, desde el funeral de mi amigo hasta que me despedí de Pabla. Andrés me escuchaba atentamente mi triste día, no atinaba a nada, solo fue capaz de tomar nuestros vasos plásticos y llenarlos de cerveza al mismo tiempo que pedía dos más. “Puta socio que mala, pero mira las cosas de pareja se puede resolver, si ella te quiere y si tu la Querí tanto como deci, entonces la hueva es refacil, llámala mañana y júntense a conversar”, el comentario de Andrés me sonó a comentario de mi abuela. No se lo quise decir, me quede callado prendiendo otro cigarro y brindado con Andrés.
La noche pasaba lentamente, la sensación de estar solo era una tortura, en el escenario un tipo cantando boleros, me quede pegado viéndole, tenia un aspecto de torpeza en su guitarra sin embargo siempre he pensado que las penas se pasan con boleros y cerveza, pero esa noche fue la excepción. Cuando termino su canción tomó el micrófono y dijo “Dentro del publico, ¿Alguien tiene alguna petición?”, al fondo una mujer de misteriosa belleza que no dejaba de mirarme con sus ojos compresivos o maternos grita con desesperación “Verdad amarga!!”, mientras que el cantante respondía con un okay y le daba rienda suelta al sonido de sus cuerdas. Indudablemente esa canción me hacia recordar a Pabla, en ese momento la extrañe como nunca antes la he extrañado, me sentí tan mal, tan solo, tan triste, tan impotente, tan frustrado, tan vacío, tan estupido por la discusión que habíamos tenido y lo peor, es que yo tenia la culpa de todo. De la nada, le pido ha Andrés que me preste un de sus lápices, me mira extrañado pero lo saca velozmente de su bolsillo de la camisa y comienzo a escribir un poema en una de las tantas servilletas que habían en la mesa

Son tus ausencias,
Tu perfume tierno,
Tus manos sin las mías,
Tu risa sin mi sonrisa,
Tus labios hermosos y humanos,
Tu abrazo que ahora no me refugia
Los que me acompañan
En mi visita nocturna
Al lugar donde revivo mis penas,
Al lugar recurrente
Donde me embriago de soledad
Y me paseo como naufrago
En las tristezas nuevas,
En los mares que desbordo por mis ojos,
Que esta noche no te ven,
Que esta noche no te ven
Y te recuerdan
En la asfixiante totalidad de rostros
Que miran la pena de mi poesía
Y se quedan callados
Observando como me desmorono
En tu ausencia,
Son testigos oculares
De mi soledad aplastante
De ti,
De un amigo,
De ambos,
De todo,
De nada,
En nuestro beso perfecto
En despedidas despeadas,
Incompletas y certeras
Que me fabrican
Soñarte ahora,
Sentirte lejos de mí
Cuando más te quiero a mi lado
Solo para quererte aun más,
Para enamorarme más de ti
Y comprendas que si lloro
Es por todo,
Y que todo lo que hago
Es para hacerte un poco más feliz


Miro la hora, eran las 4.45 de la mañana, en la mesa habían más de 8 envases vacíos de cerveza, el bar estaba casi vació y el mesero nos decía amablemente que teníamos que retirarnos, Andrés le pregunta en secreto si podemos comprarle dos cervezas y llevarlas para tomarlas afuera, el mesero lo mira y le dice bueno. Salimos a una calle oscura y nos dimos cuenta recién de lo tarde que era. Nos sentamos en una cuneta a beber, yo no tenia ganas de nada sin embargo no fue excusa para no volver a beber y darle las gracias ha Andrés, que a esas alturas volvía a brindar por mi amigo que había muerto y me daba un fuerte abrazo. Al terminar las cervezas un silencio nuevamente invadía nuestras vidas, de pronto Andrés se levanta y me dice “Huevon, la micro!”, observo hacia el semáforo de mi izquierda y noto la micro pacientemente esperando la luz verde, salimos corriendo para alcanzar a tomarla. Nos sentamos en los asientos de atrás, Andrés se quedo dormido, yo solo atine a llorar, prender un cigarrillo, apoyar mi cabeza en la ventana y acordarme de un poema de Benedetti que no paraba de recitarlo y pensar nuevamente en Pabla. Ya cerca de donde teníamos que bajarnos despierto ha Andrés, nos levantamos y tocamos el timbre, bajamos en picada hacia la vereda, Andrés me mira y me dice “Bueno compadre, fue un gusto carretear contigo, ojala nos veamos en otra parte y en otra circunstancia. Ah!, y no estés triste por tu amigo e intenta arreglar las cosas con tu novia”. Un apretón de manos sentenciaba un adiós a mi compañero de penas por aquella noche, que fue una de las más terribles que me a tocado vivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Piante, estabamos con la pame acostados ya, me meti a revisar el correo y de pasa ver tu blog. primero lo lei yo, y kede pa' dentro socio, despues se lo lei a la pame y quedo pa' dentro. que onda mi perro?, andamos con penita?. Puta piante vo me cai terrible bien po hueon, teni que estar bien. me impresione verte los ojos hoy en la mañana. en fin, miles de abrazar hermano, usted sabe que acá estamos !!